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Un vistazo a los bebés españoles de piedra de los 40 y 50 PDF Print E-mail
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por: Lapoupee

Estos encantadores bebés bien conocidos de todo el mundo se hacían sobre todo de pasta de escayola o de terracota, siendo estos últimos de más categoría. Normalmente son bebés muy pequeños, de unos 8-12 cm, pero los hay de 20 cm o más. Eran el deleite de cualquier niña, pero indefectiblemente morían al caer contra el suelo por la delicadeza de su material. Por fortuna no todos los pequeños bebés llamados "de piedra" corrieron esta triste suerte, sino que muchos de ellos han llegado hasta nuestros días en estupendo estado.

Estos muñequitos de piedra normalmente son de raza blanca, con ojitos azules o castaños pintados, de cristal e incluso en los modelos más lujosos, durmientes. Tienen cabecita redonda y calva, con pelo sólo esbozado castaño o pelirrojo y labios muy rojos. Los negritos y chinos siguien el mismo molde de los blancos, únicamente les cambia el color de la piel, y en el caso de los chinitos la decoración de ojos, y el pelo que es negro en lugar de rojizo.

Sean del color y tamaño que sean presentan en una sola pieza cabeza y cuerpo, y brazos y piernas independientes y movibles, sujetos por gomas. A veces, dependiendo del traje que iban a llevar, les pintaban de fábrica zapatitos, calcetines o incluso guantes blancos. Algunos, ya más niños que bebés, tienen las piernas rectas, pero la mayoría siguen el modelo de pequeñín de piernas flexionadas.

Muñequito típico de la España de los 40 y 50, podía presentarse desnudito, vestido sólo con un pañal, o por el contrario ataviado con los modelos más extravagantes, como de oficios, de comunión o con traje regional de diversos lugares (en cuyo caso se les colocaba pegada una peluca con trenzas encima de la cabecita calva para hacer el papel de niña). Muchos de ellos llegan a nuestras colecciones con los trajecitos de tela o de ganchillo que sus "mamás" originarias les hicieron.
Algunos se presentaban en graciosas cunitas o capazos, o en cestos, o uno de cada color, algunos con complementos como andadores, biberones, chupetes o sonajeros diminutos. O "coscorroneras" de mimbre a imitación de las de los niños que los preservaban un poco de los golpes también a ellos.
¡Qué precioso regalo recibir uno de estos bebés diminutos para cualquier niña de la época! Y también hoy en día para todos nosotros "niños" y "niñas" mayores, por supuesto.